Todo artista debe ser hijo de su tiempo, ha de estar atento a los hecho sociales y los sucesos humanos, detectar los cambios que se producen en la sociedad, realizar un análisis de la realidad y pasarlo por su tamiz personal, aportando sus vivencias personales, el mosaico de instantes que todos llevamos en nuestra mochila personal, para sintetizarlos y materializarlos en su obra plástica.



El artista ha de ser un revolucionario, su obligación es rebelarse, manifestarse, tomar bandera junto a sus semejantes, y hacer lo que mejor sabe hacer, una crítica constructiva, un grito silencioso que sirva de espejo a la realidad y dejar constancia de su época para todos los tiempos venideros, para las generaciones futuras.



Tectónika habla del caos actual, de los movimientos telúricos de la Madre Tierra, del quejido mudo de la Naturaleza ante el corazón humano desligado de los valores unidos al cosmos. Es un seísmo que brota de la raíz del planeta, un tsunami bronco que lo barre todo.



Quiere ser una reflexión, una búsqueda de la esperanza en la desesperanza, hacer meditar, cambiar y redimir. La solución a la crisis de valores. La luz en la mitad del túnel, el amor, los valores constructivos como la piedad y la empatía, de lo que queda de bueno en el ser humano.